Valiente y poderosa

Manuela era de esas mujeres que les ha pasado en la vida de todo, se podría decir, que ha conseguido no seguir los cánones impuestos por una sociedad de más de dos mil años, en el que la mujer, tenía como contrato de vida, seguir unos pasos que afortunadamente ella nunca, o casi nunca cumplió. Nació en una familia de clase media-baja, un invierno de 1963, exactamente el 28 de diciembre, el día de los inocentes, eso quizá sería el augurio de su historia. Una historia llena de acontecimientos que, seguramente jamás se imaginó. La infancia pasó como la pasan la mayoría de los niños y niñas, el colegio, los amigos, las excursiones, los veranos en el pueblo de sus abuelos, los inviernos esperando las Navidades y los Reyes Magos. En el colegio se sintió ya desde el principio como un bicho raro, era pequeña, delgadísima, y no muy agraciada. Aunque siempre fue como le decían “una niña muy buena y cariñosa”. La llamaban, palillo, Frankestein y otras lindezas. Pero, su tesón y sus ganas de superación las proyecto en la lectura, en el deporte, en el baloncesto, donde podría haber llegado a ser una buena jugadora. Pero, en aquellos años en el equipo estaba la hija del Director, la hija del conserje, la hija del Secretario y aunque no tuvieran ni idea, ellas eran las protagonistas de todos los partidos que se celebraban en los fines de semana. Manuela y otra jugadora se quedaban en el banquillo, hasta que faltaban tres minutos para acabar el partido. Entonces, el entrenador cambiaba a las jugadoras por las del banquillo, a un perdiendo todos los partidos. Una injusticia que Manuela no soporto y marcho del equipo después de nueve años. A los 13 años empezó a estudiar Formación Profesional, esa sería una de las mejores decisiones que tomó, ya que, gracias a ello, en el futuro sería una profesional en Administración y trabajaría en despachos de abogados y otras empresas importantes. Pero a lo que íbamos, normalmente o casi todo el mundo tiene un patrón estructurado de los pasos a seguir en la vida, que son: Nacer – Crecer y ser niño – Estudiar – Enamorarse -Buscar un trabajo -Casarse Tener hijos y nietos, o no.- Envejecer – Y finalmente morirse. Manuela no hizo casi nada de eso, en ese orden. Nació, creció. Estudio, trabajó, no se enamoró, tuvo un hijo, se casó, por no sé qué motivo, ya que no estuvo enamorada nunca de esa persona, malvivió, se separó y divorció, hizo lo que le dio la gana, paso dos años haciendo lo que no había hecho en veinticinco, aún a veces traspasando los límites de situaciones que le podían haber perjudicado mucho. Se bebió de golpe toda esa libertad que no tuvo, lo dio todo a quien no debía, se gastó todo lo que tenía por un amor enfermizo que nunca la correspondió, Aunque, en ese tiempo también hizo cosas que no había hecho nunca, disfruto de excursiones, de barranquismo, de ver lugares precisos, de ir a recoger setas, de recitar sus poemas, de noches en vela escribiendo bellos poemas que fueron el producto de una experiencia única. Al cabo de un tiempo se volvió a enamorar, pero está vez de verdad. En ese tiempo, enfermo, sufrió, y recupero esa alegría, que era su estandarte de vida, la positividad, la risa, los buenos momentos, ser siempre esa niña que llevamos dentro y que siempre quiso ser y no le dejaron. Los principios de la vida por fuerza son los mismos, pero ella cambio a partir de los 17 años. Antes de acabar de estudiar se puso a trabajar en un restaurante, se quedó embarazada de unos de sus compañeros, tuvo a su hijo, porque era su deseo, a pesar de todos los obstáculos, de su abandono por parte del padre biológico, la echaban del trabajo porque la imagen de una niña de 18 años, camarera, cajera y embarazada no quedaba bien en el restaurante, vamos, todo a su favor. Lo cuido, lo mantuvo y le dio todo el amor que se puede dar, trabajando 16 horas diarias y quedándose sin esa juventud que le decían que iba a perder, pero ella no perdió nada, al contrario, gano el motor de su vida, la fuerza por seguir hacia delante y ser una buena persona. Cuando ese niño tenía seis años, se cruzó otra experiencia que le marcó para siempre, el conocer a alguien que le maltrato psicológicamente durante 22 años, pero que consiguió que Manuela se hiciera mucho más fuerte. Hasta que llegó ese día con todo su valor y cogió dos maletas y desapareció, porque no podía más. Siempre se pregunta la gente porque una mujer maltratada no abandona, porque no se va, pues no se va por miedo, porque esta enganchada a algo incomprensible, sin sentido, porque es como tener el síndrome de Estocolmo, no juzguemos nunca a nadie, porque a todos nos puede pasar. Durante los dos años siguientes a su separación, se liberó de tal manera de ese pasado oscuro, violento, depresivo que pasaba de todo, salía cada día con los amigos, bebía, los fines de semana eran una locura, pero ella disfruto, hizo después de todo “lo que quería hacer” sin que nadie le dijera lo que tenía o debía hacer, fuera correcto o no. En el año 2014 le detectaron una enfermedad que la dejó sin nada, pesaba 37 kilos, no podía casi ni caminar, no tenía defensas, pasó por operaciones, biopsias, broncoscopias y cientos de pruebas. Al final todo pasa, aunque quede esa cicatriz, pasa por algo, y en Manuela fue por su fuerza y ganas de vivir. Ahora Manuela ha encontrado a la persona que le da lo que creía que no existía, confianza, amor, respeto, espacio, no la juzga, y le da esa libertad que pocos saben dar. No es perfecto, nadie lo es, pero esa calma y esa entrañable manera de ser es lo único que quiere. Manuela ha conseguido lo que pocas personas consiguen, “ser feliz”, “ser positiva”, “ser empática”, “ser ella misma” “ser risueña”, y sobre todo nunca perder ese espíritu de niña, de locura, de querer hacer cosas, de ser inquieta, implicada, altruista y sobre todo “artista de pintura, poemas, manualidades, relatos”. ¿Os gustaría conocer a Manuela? Seguro que muchos os sentís identificados con ella. Porque en este mundo existen miles de Manuelas. Aunque pocas personas en esta sociedad piensan en ellas, viven deprisa, ciegos, mudos y sordos a lo que pasa a su alrededor. Manuela es tu vecina, tu compañera de trabajo, la persona que se sienta a tú lado en el tren o en el metro, esa que te cruzas por la calle y ni tan siquiera la miras. Ojalá está pandemia que nos ha azotado a todos, globalmente nos dé un golpe fuerte y nos haya hecho parar un momento y reflexionar que lo más importante en la vida son las PERSONAS.

Autor: Lois Tarranco  

Crece el tiempo…

Poema dedicado al amor.

Crece el tiempo

Crece el tiempo a tu lado cada día,

se deshace el hielo del desamor,

siento aire renovado en tus palabras,

siento el elixir guardado entre tus labios,

que traspasa mi boca para sentirte.

Crece el tiempo de ilusiones perdidas,

grabadas en arboles de pasiones,

incrustadas palabras imborrables,

de un sentir nuevo y impoluto.

Se deshace el hielo de la amargura,

que tan enganchada tenía en mi corazón,

me emocionan tus palabras escritas,

me atrapan como pájaros en jaulas doradas,

me devuelves la alegría al respirar,

sintiendo de lejos tu nuevo despertar,

me pierdo a tu merced sin pensar,

por devolverme la vida y la emoción

del sentido perdido y volver a creer.

Crece el tiempo mientras estas a mi lado,

desaparece el frio y el hielo,

que cubría mi cuerpo y mi persona,

para sentir en cada nueva mañana

la alegría de vivir, de respirar,

por dejar abierta esa puerta lacrada

para amarte cada día un poco más.

BRILOS Y LUCES (Un poema para Josep)

 

BRILOS Y LUCES (Un poema para Josep)
Este poema lo empezó Josep, los primeros versos son de él y yo continué…un precioso poema para dos.

Brillos y luces,

colores y destellos,

y en medio de todo,

Los amores más tiernos.

Sonrisas y besos,

sensaciones y pensamientos,

y en medio de todo,

dos pasiones encontradas.

Apeados en la misma estación

mirándose, mudos, inquietos,

emocionados…

Este año 50 años

Marian mayo 2013

Dentro de 7 meses cumplire 50 años. Medio siglo…una verdadera sensación, para mi mitad de una vida llena de buenos momentos, de experiencias, de encontrarme con gente maravillosa, de haber tenido la suerte de nacer en la familia que nací, de tener unos padres maravilosos, de haberme dado un hijo increíble, de haber superado tantas y tantas dificultades, algunas sola, otras gracias a mi familia, de tener algunos, pocos muy pocos, pero buenos amigos y los más importante….de estar viva y con la alegría y las ganas de vivir que tengo.

Quiero tener la fuerza y la ilusión de durante estos siete meses escribir cada semana una etapa de mi vida desde mi nacimiento hasta los 50 años que cumpliré el 28 de diciembre.

Aquí dejaré los momentos más preciados, más divertidos, más entrañables, algunos dolorosos, pero en está vida creo que tenemos que aprender a saber llevar tanto los buenos momentos como los no tan buenos.

Así…que arranco la próxima semana…mis 50 años…

Hasta pronto!!!

telodigosindecirlo

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Jerónimo Alayón

Lingüista, filólogo, catedrático, escritor y corrector textual..

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