por Lois Tarranco.
Un día descubrí Radio Almenara, decían algo así como » LO CONSEGUÍ, HE SOBREVIVIDO, HE ESCAPADO DEL INFIERNO». Eso quería Matilde mientras subía al tren, esa mañana de julio, se iba, no de vacaciones, se iba para no volver, había decidido dejar todo lo que hasta ahora le oprimía en un lugar lejano, en un lugar que en el momento de oir el sonido de las ruedas acariciando las vías del tren, olvidaría para siempre. La había constado la salud y prácticamente la vida, pero en ese preciso instante, en ese pequeño y diminuto segundo creyó en esa voz que le aconsejo el mejor viaje de su vida. Matilde desapareció como las nubes lo hacen en una tarde de tormenta en la que el viento se enfurece y de un solo golpe las hace desaparecer.
Aquella mañana el tren salió puntual de la estación, se iba a vivir a un pueblo pequeño, para ella muy importante, allí nació su padre, y su abuela, y recordaba aquellos viajes que hacía en tren junto a su abuela, salían de Barcelona y ella estaba loca de contenta, porque el tren le producía una de las mejores sensaciones que había experimentado.
Por la ventanilla veía los paisajes más variados, y sobre todo cuando llegaban a Mequinenza, recordaba aquel gran embalse, ella le decía a su abuela:
– Mira yaya, cuanto agua, mira que barquitos, ¿iremos al río, yaya?-
Su abuela le contestaba que si, que irían, al Matarraña, que era el que estaba al lado de su pueblo.
Esperanzada al oir en la radio que hay que tener esperanza y valor para tomar algunas decisiones en esta vida, ella lo decidió en el momento que esa voz de mujer, anónima, pero que le produjo una confianza, un tono de amor con las palabras clave “ninguna mujer más en el cementerio, ninguna muerte en manos de un cobarde”.
Aquella mañana Matilde dejo de ser una basura, una ignorante, un ser despreciable…para ser lo que ella era realmente, una buena mujer, una persona, un ser humano con sentimientos, con corazón y con unas ganas inmensas de vivir. Aquella voz de Radio Almenara fue su billete, su mensaje, su salvación.